jueves, 19 de noviembre de 2009

¿QUÉ HAY ACERCA DE LA PARTICIPACIÓN Y EXPRESIÓN DE LOS ADOLESCENTES?

Para los adolescentes, el ejercicio de la participación significa:

  • Expresar su opinión libremente.
  • Tener iniciativas y actuar en los procesos.
  • Evaluar las políticas, programas y servicios con el fin de garantizar que éstos sean diseñados de acuerdo con sus necesidades e intereses.

    Quizá las expresiones culturales sean la clave para reconocer a los adolescentes y los jóvenes como sujetos sociales capaces de construir, en conjunto con otros hombres y mujeres, un mundo mejor y posible para todos.

    La adolescencia es la edad crucial para romper los esquemas de poder tradicionales, es la oportunidad para que hombres y mujeres crezcan en un diálogo constructivo.



Las diferencias y conflictos no deberían llevar a los adolescentes a profundizar las fracturas de las relaciones entre los sexos, sino por el contrario, a acercarlos a una nueva forma de relación mediada por el deseo de conocimiento del otro y el mutuo entendimiento.

Por supuesto, éste cambio debería originarse en las familias y ser continuado por los discursos pedagógicos que sostienen las escuelas.



VIOLENCIAS Y MUERTES VIOLENTAS: UN CAMBIO EN LA EXPERIENCIA CULTURAL JUVENIL LATINOAMERICANA

Muerte y juventud es un tópico que aparece casi a diario en la opinión pública de América Latina. Las rúbricas son variadas: los delitos cuyas víctimas y victimarios son los jóvenes, la pandemia del VIH-Sida, la mortalidad por causas externas y, en relación con la escuela, las manifestaciones de violencia escolar.





Cada problemática tiene una alta carga emocional y la violencia juvenil, en los medios, en las representaciones de la cultura popular y en la voz y letra de no pocos académicos, suele ser considerada un indicador de la crisis social o moral devastadora de esta época en general y de América Latina en particular.

La disponibilidad de recursos diferenciales tiene su impacto en las posibilidades de prevenir y curar enfermedades. Un hecho que incide enormemente es
la rápida expansión del VIH-Sida y, en particular, la creciente vulnerabilidad de las mujeres jóvenes a esta enfermedad, sobre todo en los países más pobres y en los sectores de menores ingresos.

Además, existen riesgos considerables, cuya magnitud real no es fácil de captar, en relación al abuso de drogas, a la prostitución y al tráfico de personas.
El tema central son las muertes violentas por causas externas, es decir homicidios, suicidios y accidentes, que constituyen la principal causa de muerte en la adolescencia en la mayor parte de los países.








La primera diferencia evidente es la victimización de los varones y la necesidad de trabajar sobre género, masculinidad y violencia desde una perspectiva amplia. Si se observan los datos en conjunto, la primera causa general de muerte entre los jóvenes son los homicidios,; siguen los accidentes, y, por último, los suicidios. Entre las mujeres, los valores son: accidentes,; homicidios, y suicidios.

La muerte joven, en todas sus facetas, tiene múltiples impactos sociales. En el imaginario, tiene el impacto de casi un tabú social, como el de todo aquello que violenta el orden natural del ciclo vital.

Para una mirada desde la salud pública, se evalúa el cúmulo enorme de años de vida perdidos y del costo económico que esto implica.

Sociocultural y políticamente, es un hecho que genera reacciones colectivas y muchas veces escándalos políticos, sobre todo determinadas causas de muerte y según sea el sector afectado; cuando se trata de violencia policial, crímenes, muerte por falta de cuidados adecuados o en accidentes de diverso tipo.

Hay otras formas de violencia sobre los adolescentes, pocas veces contabilizadas, como abuso y acoso sexual y emocional, ataque verbal y otras formas de violencia psicológica.

Pero los jóvenes también entran en las crónicas, en las representaciones populares y en las cifras en el lugar de victimarios de delitos: maras, pandillas, rodeos y otras denominaciones de bandas juveniles violentas pueblan las crónicas diarias.

El debate actual destaca el aparente aumento del número de jóvenes, cada vez de menor edad, implicados en distintos delitos y, por consiguiente, el incremento de su judicialización y formas de privación de la libertad, en casi todos los países de la región se registra una creciente presencia de jóvenes a partir de los 15 años en delitos contra la propiedad y también como víctimas.

A la hora de analizar la relación entre violencia y escuela, no puede negarse el peso que tiene en la opinión pública la preocupación por la violencia escolar, las escuelas secundarias contaron históricamente con recursos para mantener la violencia fuera de sus aulas, al no convocar ni admitir a aquellos que podrían generar actos de este tipo, y pudiendo expulsar a aquellos que resultaban violentos.


Hoy, como parte del proceso de universalización de la educación media, los violentos pueden entrar al aula, y los sistemas educativos tienen la obligación de tratar con ellos. Ello implica un doble desafío.

Uno es de índole curricular: cómo convertir a la no violencia en objeto de aprendizaje, en un tema a ser trabajado con los adolescentes de modo que lleve a una reflexión sobre prácticas que, en muchos contextos, están sumamente naturalizadas. Otro es pedagógico, y consiste en saber cómo educar en contextos atravesados por la violencia, cómo interactuar con éstos alumnos.




PREGUNTAS DE REFLEXIÓN:

1.- ¿CÓMO INFLUYE LA FAMILIA EN LOS ACTOS DE VIOLENCIA QUE COMETE EL ADOLESCENTE?


2.- ¿CÓMO INFLUYE LA VIOLENCIA EN LAS AULAS?


3.-¿CONSIDERAS QUE LOS GOBIERNOS SON CULPABLES DE LA MIGRACIÓN E INDEPENDENCIA DE LOS ADOLESCENTES? ¿PORQUÉ?


4.- ¿CÓMO PIENSAS QUE DEBERÍAN TRATAR LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS A LOS ADOLESCENTES CON PROBLEMAS DE DISCIPLINA?


5.- ¿CREES QUE EL DIÁLOGO CONSTRUCTIVO FAMILIAR MEJORARÍA LA CONDICIÓN SOCIAL DE LOS ADOLESCENTES?



LOS DIALECTOS DE LA VIOLENCIA

En América Latina, existe actualmente una
gran diversidad de problemas y realidades
juveniles que de manera esquemática
articulan cuatro formas generales
de la condición juvenil:
Los “inviables”, es decir, aquellos
jóvenes que carecen de cualquier
tipo de inserción social y que
abundan en México, en Guatemala,
en Nicaragua y El Salvador. Una
juventud precarizada que vive
en contextos con altos niveles
de violencia.

Los “asimilados” a los llamados
mercados flexibles, es decir, los que
han asumido las condiciones del
mercado y que aceptan las lógicas
y mecanismos a su alcance para
incorporarse a las dimensiones
productivas de la sociedad, aunque
ello no represente alternativas
reales para salir de la pobreza
o acceder a adecuados niveles
de bienestar.

Un tercer núcleo, es el de los sectores denominados
“paralegales”. Se trata de
jóvenes que han decidido hacer
una opción por el narcotráfico,
el crimen organizado o la piratería,
como forma de acceso y afirmación
social.

Finalmente, hay un circuito de
jóvenes en zonas de privilegio,
conectados al mundo, con amplio
capital social y cultural.

La violencia que protagonizan los jóvenes,
ya como víctimas o como victimarios,
debe ser calibrada en el contexto
de los proyectos sociopolíticos y los
modelos económicos contemporáneos.

Precariedad estructural, precariedad
del yo, ausencia o debilidad de políticas
sociales y quiebre de las instituciones
son procesos claves para comprender
los lenguajes de la violencia y sus
consecuencias.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

ADOLESCENCIA Y MIGRACIÓN

América Latina ha sido históricamente una región con fuerte movilidad poblacional en diversas direcciones. Los jóvenes fueron siempre uno de los grupos con mayor movilidad, con una diferencia importante entre los adolescentes que viven aún con sus padres y los jóvenes autónomos o con deseos de independencia, a partir de la adolescencia, a menor edad, mayor es la propensión a migrar.

Existen cinco factores clásicos sobre migración juvenil: la migración laboral, más frecuente entre los jóvenes mayores, cuyo objetivo es buscar mejores oportunidades de trabajo; la migración educativa, en general de carácter interno y de corte rural-urbano; la migración nupcial, relacionada con la formación de nuevas parejas; la de tipo emancipatoria, donde la salida de la familia de origen es para la conformar un hogar propio y, por último, la migración familiar, subdividida entre migración de arrastre, que sucede cuando la familia se traslada en conjunto, y la de reencuentro familiar.

Pero la movilidad poblacional interna aparece en la adolescencia, muy posiblemente por causas de estudio, de arrastre familiar en menor grado y, entre los jóvenes de mayor edad, por razones laborales.

Por otro lado, en la migración internacional, la población masculina es más numerosa mientras que en la migración nacional se registra un predominio femenino por la atracción de nichos de mercado como el empleo doméstico.

Los espacios de los cuales las familias intentan irse sufren, de este modo, un cambio en el plano de las subjetividades visible en el modo de imaginar el futuro y, en consecuencia, en un renunciamiento a todo aquello que pudiera retenerlas allí. Sin duda, la pelea necesaria para poder irse deriva habitualmente en la reconciliación implícita que se ve en aquellos emigrantes que añoran e idealizan su tierra de origen.

Por el contrario, en las zonas receptoras de corrientes migratorias es posible observar el crecimiento demográfico sin una planificación ordenada, la estigmatización del migrante y su discriminación, y la reproducción del círculo de la pobreza. En estas comunidades, el migrante queda asociado a la creciente inseguridad, al incremento de la desocupación e incluso a la saturación de los servicios públicos de salud y educación, convirtiéndose así en un otro amenazante que puede desencadenar enfrentamientos entre grupos que coexisten en un mismo espacio social.

Estos cambios en las representaciones relacionadas con el lugar en que se vive y las reconfiguraciones sociales que adquieren connotaciones conflictivas se reflejan, inevitablemente, en las aulas. La desintegración de los hogares, la falta de la figura paterna, materna o ambas y las nuevas reconfiguraciones familiares generadas por
la migración son algunos de los factores mencionados habitualmente por los docentes para explicar las mayores dificultades educativas en los niños expuestos a estas situaciones.

Se suman, además, aquellos casos de mala alimentación (cuando se esperan las remesas del exterior y éstas no llegan) o de niños y jóvenes que quedan al frente del hogar y deben incorporarse el mundo del trabajo, con las importantes consecuencias que esto acarrea en términos de su educación.






En ciertas culturas juveniles, cruzar la frontera y volver ya forma parte de los rituales de iniciación, es una forma de ganar prestigio en el grupo. Da la sensación de que el fenómeno migratorio se origina primero como producto de un modelo de exclusión pero luego se institucionaliza, deviene cultural y ya nadie se
cuestiona sobre él; comienza a formar parte del universo simbólico de la comunidad.

LA ENTRADA EN ESCENA DE LA ADOLESCENCIA RURAL

Los jóvenes rurales han comenzado a hacerse más visibles en los últimos años a lo largo y a lo ancho de América Latina. ¿Por qué su invisibilización pasada?

El desafío de universalizar la educación secundaria lleva inevitablemente a avanzar sobre los espacios rurales, posicionando a los sistemas educativos en la necesidad de interactuar con un universo de adolescentes que se mantuvieron hasta ahora en la invisibilidad y de integrar en sus programas de estudio los contenidos específicos y cambiantes del mundo rural.

El deseo de autonomía de los jóvenes entra en contradicción con la posibilidad de ayudar al jefe de la familia a aumentar el bienestar económico del hogar.

Si bien se trata de un problema tradicional, la transición que atraviesan hoy las comunidades rurales estaría agudizando la tensión entre padres e hijos, tensión que se manifiesta en etapas cada vez más tempranas, desde la adolescencia.

Perdura una situación particularmente desventajosa para las mujeres en el mundo rural. En efecto, las mujeres de ambientes rurales suelen estar sobrecargadas de trabajo, tanto en el campo como en el ámbito doméstico, pero su aporte no se valora; son además las que sufren mayores restricciones para salir del hogar, tanto para actividades de ocio como para buscar oportunidades laborales.

Desde la niñez enfrentan intensas labores domésticas; frecuentemente, muchas devienen madres en la adolescencia temprana y carecen de información
sobre anticoncepción y prevención de enfermedades de transmisión sexual.



La población rural tiene un contacto más próximo y temprano con el mundo del trabajo que la población urbana. Estos trabajos están, en la mayoría de los
casos, vinculados con la agricultura familiar, lo que explica la existencia de muchos trabajadores no remunerados.

Si una de sus consecuencias es la migración, quienes permanecen en las zonas rurales deben optar por las actividades múltiples que combinan el trabajo rural en la
finca familiar, con ocupaciones distintas.

En el plano educativo, se observa desde mediados de la década pasada que, en la mayoría de los países, se ha producido un incremento de la cobertura educativa.

El área rural es donde más ha avanzado la cobertura de la educación secundaria en la última década, diez veces más que en la zona urbana.


Poblaciones rurales son poblaciones pequeñas, dispersas y, en muchos casos, aisladas, lo que impone una especificidad a la oferta educativa rural. El otro desafío, tal vez menos abordado, es cultural. De acuerdo
con una nueva consideración sobre la realidad rural, las identidades de los adolescentes y los jóvenes en dicho ámbito estarían experimentando transformaciones cruciales.

LA CALIDAD EN LAS RELACIONES INTERGENERACIONALES

La velocidad del cambio influye en
las relaciones entre jóvenes y adultos,
y crea códigos distantes entre ambas
generaciones. Las juventudes contemporáneas
establecen nuevas relaciones
con las generaciones mayores y abandonan
la lucha tradicional por el poder
adulto, que consideran una característica
de tiempos pasados.


Para los jóvenes, la democracia en
las relaciones es un valor necesario
que hay que cultivar para el desarrollo
de la calidad de la educación.

El respeto y la escucha mutua facilitan
la interlocución constructiva con los
adultos, necesaria para la incorporación
en la sociedad moderna. Los jóvenes
demandan al medio adulto una
reorganización de esquemas psicosociales
que incluye el establecimiento
de nuevos modelos de autoridad y
estrategias de formación innovadoras.




LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN EN EL DESARROLLO DE LAS IDENTIDADES JUVENILES

La educación tiene un papel muy
importante en la formación del capital
humano y cultural, y en la elaboración
de la identidad y del sentido de la vida.

La construcción de la identidad es un
imperativo del desarrollo personal y social.

Las propuestas de homogeneidad en
educación aumentan la discriminación
de oportunidades porque desconocen la
diversidad de identidades, aportes juveniles
y condiciones de vida;
introducen distancias culturales que
marginan, descalifican y afectan la
apropiación del conocimiento, y minan
la confianza en la capacidad de los
niños y adolescentes pobres, mujeres
jóvenes, indígenas y jóvenes rurales.

La educación tiene un papel muy
importante en la formación del capital
humano y cultural, y en la elaboración
de la identidad y del sentido de la vida.

La construcción de la identidad es un
imperativo del desarrollo personal y social.

Las propuestas de homogeneidad en
educación aumentan la discriminación
de oportunidades porque desconocen la
diversidad de identidades, aportes juveniles
y condiciones de vida;
introducen distancias culturales que
marginan, descalifican y afectan la
apropiación del conocimiento, y minan
la confianza en la capacidad de los
niños y adolescentes pobres, mujeres
jóvenes, indígenas y jóvenes rurales.