Para los adolescentes, el ejercicio de la participación significa:
- Expresar su opinión libremente.
- Tener iniciativas y actuar en los procesos.
- Evaluar las políticas, programas y servicios con el fin de garantizar que éstos sean diseñados de acuerdo con sus necesidades e intereses.
Quizá las expresiones culturales sean la clave para reconocer a los adolescentes y los jóvenes como sujetos sociales capaces de construir, en conjunto con otros hombres y mujeres, un mundo mejor y posible para todos.
La adolescencia es la edad crucial para romper los esquemas de poder tradicionales, es la oportunidad para que hombres y mujeres crezcan en un diálogo constructivo.
Las diferencias y conflictos no deberían llevar a los adolescentes a profundizar las fracturas de las relaciones entre los sexos, sino por el contrario, a acercarlos a una nueva forma de relación mediada por el deseo de conocimiento del otro y el mutuo entendimiento.
Por supuesto, éste cambio debería originarse en las familias y ser continuado por los discursos pedagógicos que sostienen las escuelas.