miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA ADOLESCENCIA EN EL NUEVO ESCENARIO SOCIAL DE AMÉRICA LATINA

Son muchos los hechos desde los cuales se puede sostener que hoy, comparada con lo que fue hace dos o tres décadas atrás, América Latina es otra.


En el panorama social, el aumento de las desigualdades, la crisis de los mecanismos tradicionales de cohesión, el debilitamiento del mundo del trabajo como espacio de integración y las nuevas formas de articulación en el espacio de los procesos sociales.


Desde el punto de vista cultural puede mencionarse, a modo de ejemplo, la coexistencia de las nuevas tecnologías en los consumos diarios con una revalorización de las culturas originarias de la región, en un entramado de hipermodernidad y tradición que enriquece ampliamente el escenario regional. Todos estos factores operan e interactúan de diferente modo en cada escenario, a lo largo del territorio, dando lugar a espacios sumamente novedosos en los que tiene cabida la vida cotidiana de los ciudadanos.


Lo que se percibe en las aulas es que los adolescentes que nacen y se socializan en estos nuevos escenarios son inevitablemente diferentes. Lo son por su condición de adolescentes en esta nueva realidad, por ejemplo, sus consumos culturales, sus modos de socialización o su relación con los medios.




Tres fenómenos, que tienen un gran impacto en la relación de los sistemas educativos con los adolescentes, son expresión de este nuevo escenario regional.


El primero de ellos es la redefinición de los escenarios rurales que resulta del proceso de hibridación que se produce por la creciente interacción con los ámbitos urbanos. La adolescencia rural tiene puntos de contacto y diferencias con sus pares urbanos.


Entre sus particularidades se observa que las relaciones familiares son más patriarcales que las urbanas, la dominación sobre las mujeres es persistente, se producen precozmente conflictos generacionales de tipo distributivo por la cuestión de la tierra y hay una temprana inserción laboral en las unidades familiares.

Así, los adolescentes rurales están atravesados por tensiones propias de su entorno, diferentes a las que se les presentan a los que habitan las ciudades: la presión por el trabajo, las tensiones identitarias entre lo local y lo global, entre la decisión de permanecer y la de migrar, están presentes todo el tiempo en la economía temporal de sus decisiones.


En segundo lugar, un tema que atraviesa al conjunto de la región y que tiene un gran impacto en el modo en que las nuevas generaciones pueden concebir un proyecto de vida hacia el futuro es el de las migraciones. América Latina ha estado marcada históricamente por una fuerte movilidad poblacional en diversos sentidos.


Por último, un tema que últimamente llama la atención de la opinión pública se relaciona con la violencia y sus cambios de magnitud y naturaleza. América Latina es el escenario de una nueva experiencia cultural respecto de la relación que la adolescencia y la juventud mantienen con la muerte y la violencia. No se trata solo de un incremento de los hechos violentos, sino de una creciente sensibilidad frente a la inseguridad yla violencia, propia del período histórico que se vive de modo similar en todo el mundo.


Han aumentado las tasas de temor y de preocupación por el delito, incluso entre los adolescentes y los jóvenes, algo que no era así hace tan solo una década.


Con la expansión educativa, empiezan a darse cita grupos de jóvenes con pautas culturales diversas, distintas a las del pasado, en parte por pertenecer a nuevas generaciones y en parte por pertenecer a grupos socioculturales antes excluidos del sistema escolar.


Una de las innovaciones culturales que esto conlleva es la emergencia de usos de la corporalidad que implican una pluralidad de concepciones y conducen a discordancias entre docentes, estudiantes y autoridades sobre los límites de la violencia escolar y, más aún, sobre qué es violencia, hasta discutir si esta es legítima dentro y fuera de la escuela en determinadas situaciones.

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